El alma es un término espiritual que venimos escuchando casi a diario, frases como “mi alma está cansada”, “alma gemela”, “mi alma está enferma”, o “te amo con el alma”, las hemos oído mencionar, leer o incluso decir cuando queremos aumentar la intensidad de un hecho. Y sí, quizá sí. El alma, es la actitud que tomamos, por lo tanto, va cambiando y evolucionando. El alma no es como una sombra que nos sigue a cada momento, o que es fuera de nosotros, el alma somos nosotros, no deja de ser nosotros.
No me voy a adentrar a este tema, pues son temas complicados, que quizá necesiten un libro completo, y a parte, pertenecen directamente a los teólogos; y aunque me gusta la teología, y estudio un diplomado en hermenéutica, no es algo que quiera venir a desarrollar en este libro de mujer a mujeres.
Pero a veces se necesita explicar ciertos términos para que me entiendan en este primer té.
Hace noches, estaba realmente cansada, pero no sólo físicamente, sino mental y espiritualmente, el cansancio de mi cuerpo iba más allá, acababa de llorar por una ruptura que realmente me apagó el alma. Sólo quería dormir, pero sabía que daría varias vueltas en la cama antes de poder conciliar el sueño; me fui a la pequeña alacena que tengo en mi cocina y busque entre mis tés, suelo tener de diferentes hierbas secas, o incluso cajas con sobrecitos ya listos para meter en agua caliente. No lo pensé mucho, necesitaba algo que me relajara no sólo por su contenido, sino también por su olor, tomé la lavanda, huele a tranquilidad y paz infinita, y esa noche la necesitaba, calmar mis ansias de seguir llorando, meditar y tomar la decisión correcta.
La lavanda comenzó a hacer su efecto en el aroma, entre sus bondades y beneficios está combatir el insomnio, es sedante natural, alivia dolor de cabeza, elimina ansiedad, apacigua nervios y es un antidepresivo natural. ¡Así de bella es esta planta!
Tenía muchas cosas que pensar y vivir; mi alma realmente estaba cansada y triste, mi cuerpo sólo podía soltar ansiedades por incertidumbres, esas que una suele tener de vez en cuando, o, mejor dicho, cuando no fluyes con las situaciones. Sabía que tenía que dormir, dormir sin despertar en la noche, tener un buen sueño. Una de las cosas que te reconfortan es dormir, realmente cuando lo haces, al despertar ves las cosas más claras.
Té de lavanda, para tranquilizar el alma. Entre sorbos y la belleza de su olor, me di cuenta que es válido, no soy de acero, bueno, nadie es de acero como para no sentir algún tipo de tristeza, en el alma, en la mente y en el corazón.
Mientras hervía el agua, recordé que hace exactamente un año atrás yo había estado en unas de mis ciudades favoritas, Querétaro, y tal cual como esa noche, estaba por comenzar un parteaguas para mi vida; escuchando el agua hervir y con el olor de la lavanda en mis manos, me salieron unas lágrimas llenas de nostalgia y recuerdos; darme cuenta que no era la misma mujer de hace meses atrás, me pegaba de golpe, y no me mal interpretes, no me estoy quejando, pero saber que me había traído a toda esta catártasis emocional, me hacía vibrar; la mujer que esa noche se tomaba un té de lavanda sentada en la escalera de su casa, era una mujer que cuando ama se entrega por completo, pero cuando le toca llorar y sentir el duelo de la pérdida de un amor, también se entrega y lo disfruta.
Sonreí, uno de mis mejores maestros me decía “disfruta carajo, disfruta” me parecía el más estúpido consejo “no sé cómo rayos se hace eso” disfrutar cuando el alma duele, pero lo aprendí, y sí, cuando vives el duelo por cualquier motivo de perdida, dígase pareja, familia, trabajo, una mascota, puedes aprender a vivirlo, sentir y tomar la experiencia, aprender y continuar.
El calor del té en mis manos me reconfortaba, ese olor sublime para mí; recordé porque la lavanda es de mis olores favoritos.
A sorbos y de a poco lo bebí, decidí que así iba a sanar esa noche, de a sorbos y de a poco, no tengo prisas por tomarme unos días en volver a sonreír con la misma fuerza y realidad con la que siempre lo hago, aunque quizá pueda, yo no soy de las que sana rápido, me tomo mi tiempo, días solamente, para que no quede nada sin restaurar, disfruto el olor y el sabor del duelo, lo salado de las lágrimas, el té iba a acabar así como este momento de tristeza, pero para que hiciera efecto, y aprender la lección para no tener que volver a repetirla, era tomar las cosas con paciencia, calma y de sorbos chiquitos. ¡Paciencia!
Si alguien me hubiera visto, hubiera creído que estoy loca (bueno, quizá poco) pues cuando entendí lo que estaba pensando, y supe que debía tener paciencia, tiré una carcajada, vaya que soy impaciente, en algún momento alguien a quien amo me comparó con el maestro Mantis, de Kung Fu Panda. Y sí, algo así, a veces llegué a creer que el mundo iba demasiado lento para mí, sobre todo cuando vivía este tipo de situaciones, sin analizar y sin aprender quería que todo se solucionara antes de volver a suspirar.
Quizá era el momento de sentarme, analizar y poner a trabajar mi paciencia para incrementarla, mi amor para poder conocerme, y mi sombra, para saber que los reflejos que percibo son los míos y de nadie más.
En las propiedades esotéricas, antiguas y mágicas de la lavanda, se usaba para sanación espiritual, y liberar bloqueos personales, afrontar los miedos que se puedan tener en la vida.
Las flores de lavanda trasmiten un mensaje de fe y devoción.
Esta flor tiene el equilibrio del yin y el yang en el lado femenino, siendo de gran apoyo cuando necesitamos de nuestra propia capacidad para alimentar nuestra conciencia y poder interiorizar así toda nuestra energía. (Zeraoui Sanchez, Farah 2018).
Así es, había escogido un té que, a pesar de tener propiedades medicinales, tenía un simbolismo fuerte para mi conciencia. Y aquí estaba, dispuesta a echarme un clavado dentro de mi alma, para poder curarla desde dentro. Quizá, la brecha que había hecho no se iba a desaparecer, pero las brechas conducen a caminos nuevos, y esos caminos, yo, he decidido llenarlo de flores de lavanda, a diestra y siniestra. Y si la brecha crecía, yo seguiría sembrando flores, hasta que el perfume de ella pudiera decir, ¡basta! Suficientes flores, hay un camino que seguir recorriendo.
Y así despedirme, con uno de los mejores olores que he podido conocer, después de las orquídeas.
Quiero que sepas, que no siempre brilla el sol, pero hay que disfrutar la noche, y si llueve, saber arrullarnos con los ruidos de los truenos y darnos luz con los relámpagos que iluminan el cielo. Duerme, y a la mañana siguiente levántate y camina.
Génesis Amayrani
D.R 2019 Canah Editorial
Reynosa, Tamps México
Libro "Té de Mujer"